viernes, 12 de junio de 2009

El bailarín de la corte (parte I)

Hace muchos, muchos años, cuando en España había muchos reinos y cada uno de ellos tenía su propio rey, nació un niño en el reino más extremo y duro de la península.
Los papas de ese niño, que eran campesinos, se quedaron maravillados al ver que el bebe hablaba desde el mismo día que nació.
Este recién nacido en lugar de llorar por la noche o cuando tenía hambre, se ponía a hablar sin parar y aunque en principio le llamaron Ramiro en seguida le ampliaron el nombre y le llamaron Ramiro Fatigas, por lo cansina que era la criatura con tanta palabrería.
Ramiro Fatigas creció con sus hermanitos y siempre andaba bailando y hablando porque era lo que más le gustaba en el mundo, pero la verdad es que era muy torpón con el baile y siempre se tropezaba o perdía el ritmo o se le salía una chancleta (en este reino todo el mundo andaba en chancletas) y además como no paraba de hablar ni siquiera cuando estaba bailando pues se quedaba sin aire y le costaba respirar.
En este reino tan extremo y duro donde vivía Ramiro Fatigas con su familia había un rey que era un señor muy serio y que no le gustaba nada ni el ruido ni las fiestas ni los bailes ni, como él decía, “todas esas tonterías”.
Un buen día Ramiro Fatigas iba bailando (muy torpemente) y canturreando por el camino que le llevaba de vuelta a su casa al salir del colegio cuando se cruzo en mitad del camino con el Rey y sus caballeros que venían todos muy serios en sus caballos de hacer tratos aburridísimos con un reino vecino, y al verlo el Rey le llamo:
El Rey :- Oye tu!! –Dijo muy serio – ¿qué es eso de ir bailando y cantando por mis dominios? Yo soy el Rey Extremoduro y no me gusta tu actitud ni un pelo!!!
Ramiro Fatigas – Hola rey Extremoduro, yo me llamo Ramiro pero todos me llaman Ramiro Fatigas porque no paro de hablar todo el rato y resulto algo cansino, además quiero que sepa que me gusta mucho bailar y aunque todavía no lo hago muy bien pienso ser el nuevo bailarín de la Corte, porque en estos tiempos todavía no se han inventado las compañías de ballet y bla, bla, bla,… - Ramiro Fatigas no paraba de hablar y el rey cada vez ponía más cara de vinagre al limón verde.
Cállate!! – Dijo el rey Extremoduro gritando – En mi reino no hay bailecitos ni me gustan los charlatanes que no paran de hablar. Si quieres ser bailarín de la corte, ya te puedes ir buscando otro reino donde ir a vivir porque aquí no hay sitio para bailarines y menos si son tan malos como tú, que vas perdiendo las chancletas.
El pobre Ramiro Fatigas llego a casa muy triste (aunque iba bailando un tango) y les contó a su papa y a su mama que tenía que irse en busca de un reino donde pudiera ser el bailarín de la corte. Así que metió en un hatillo sus chancletas de los domingos, la poca ropa que tenía y se marcho bailando y hablando solo, en busca de un nuevo reino donde le comprendieran.
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